El austríaco es hasta el día de hoy el único piloto que recibió la Copa de Conductores de manera post-mórtem, ya que se mató en Monza durante las prácticas, tres fechas antes del cierre de la temporada 1970. Con cinco victorias, finalmente se consagró de manera póstuma. Pasó sin pena ni gloria por la Indy500 en 1967 y 1968, con un 24º y un 32º puesto. Es otro de los que se quedó cerca de la triple corona, ya que venció en las 24 Horas de Le Mans en 1965.