Normalmente la ecología está asociada a las mecánicas híbridas, pero lo estrictamente cierto es que un buen motor turbodiésel puede ofrecer mejores prestaciones con consumos y emisiones contaminantes muy reducidos. Podríamos citar varios casos, como los impecables bi-turbo de BMW, pero en este caso fuimos por el rey de los GTi, el Golf, y con mecánica gasolera, por eso se llama GTD.
Piensen en todo lo bueno del repertorio del hatchback alemán, pero un poco más ruidoso y con mucha menos sed. Esto se logra implementando un 2.0L que entrega 184 CV. Si bien pierde 36 caballos respecto del GTi, compensa con 30 Nm de torque extra en el GTD. El resultado es un 0 a 100 km/h de 7.5s y 230 km/h de velocidad máxima, bastante más lento que los 6.5s y 246 km/h del naftero, pero con un consumo medio de 4.2L/100 km, vs. 6.0L/100 km del GTi, y menor consumo implica menos emisiones contaminantes también.