A simple vista parece un Prototipo más de los tantos que compitieron en Le Mans, sin embargo en 1991 el Mazda 787B se convirtió en el único ganador japonés de las 24 Horas francesas y el único animado por un motor rotativo. Alimentados por una ayuda del reglamento que les permitía utilizar un auto más ligero, los ingenieros orientales aprovecharon esta ventaja para ahorrar combustible y desgaste en componentes clave, evitando problemas y paradas largas, algo vital en las carreras de largo aliento. Pilotado por Johnny Herbert, Volker Weidler y Bertrand Gachot, uno de los aspectos más recordados era el aullido de su R26B de 4 rotores y 2616 cc que entregaba hasta 900 CV, aunque fue reducido a 700 caballos para la carrera. La anécdota cuenta que Herbert pidió seguir manejando después del último pitstop llevando el auto hasta la bandera a cuadros y por ello llegó tan deshidratado que debieron llevarlo al centro médico del circuito, perdiéndose el podio.